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Después de dos años de restauración, el Retablo de los Siete Gozos, fechado en torno a 1500 y una de las piezas más relevantes del patrimonio artístico del Ayuntamiento de València, vuelve a mostrarse en la Casa Museo Benlliure. La concejala de Patrimonio y Recursos Culturales, Glòria Tello, ha presentado la obra después de los trabajos de conservación, que se han documentado en un libro editado por el Consistorio.
La publicación recoge «el riguroso trabajo de investigación, análisis y documentación llevado a cabo por el Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación, que ha servido de base para establecer los criterios y acometer, finalmente, la restauración del retablo, proceso del que hemos querido dejar constancia con la edición de un interesante libro», ha explicado Tello. El paso del tiempo y el envejecimiento de los materiales hacían necesaria la recuperación de este retablo de altar de pequeñas dimensiones, 187 x 157 cm, del periodo tardo gótico valenciano, cuya escena central es la Virgen María con el Niño rodeada de las escenas de los siete gozos.
El Ayuntamiento también ha mejorado las condiciones de exhibición de la pieza, en la Casa Museo Benlliure, en la calle Blanqueria, «para devolverle su primitivo esplendor y poder garantizar su pervivencia, para el disfrute de las generaciones futuras». Se ha sustituido el sistema de anclaje y se ha renovado la iluminación de la sala, antiguo estudio del artista José Benlliure, quien adquirió la obra en el año 1896. Entró a formar parte del patrimonio municipal en 1957, a raíz de la donación efectuada por María Benlliure, hija del pintor, que supuso la creación de la Casa Museo Benlliure.
El libro sobre el Retablo de los siete gozos incluye un primer artículo de Vicente Samper Embiz, especialista en pintura valenciana de la época, que aborda el contexto en el que se creó. Personal técnico del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación y de la Universidad Politécnica, entre otros, detallan en un segundo artículo «todos los estudios científicos, estudios de técnica de ejecución, estado de conservación y proceso de intervención llevados a cabo».
Un proceso complejo
Gemma Contreras, subdirectora del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación, ha descrito el trabajo de estos dos últimos años: «En primer lugar, la reconstrucción volumétrica del soporte, para pasar posteriormente a la consolidación de los estratos dorados y pictóricos, que dio paso a una limpieza mecánica y físico-química de estos apoyada en diferentes tests de limpieza. Después se procedió al estucado de aquellas pérdidas, tanto de los dorados como del estrato pictórico, y a la reintegración cromática, en la que se emplearon diferentes técnicas en función del tamaño de las lagunas. En el caso de los oros se procedió al estucado y embolado a la manera tradicional y la reintegración se realizó con oro en polvo de 23 ¾ y veladuras con colores al agua. Finalmente, se aplicó un barniz de protección de resinas sintéticas de bajo peso molecular y totalmente estables».